6/1/09

Los deseos de la Comisión y sus dilemas



Hoy me ha llegado el "newsletter" del Parlamento Europeo, comunicando oficialmente la convocatoria de elecciones al citado organismo. Sorprende el optimismo que desprende dicho escrito. Por su interés lo transcribo:
"Los españoles podrán elegir el 7 de junio de 2009 a sus representantes en la Euro cámara. Al principio de la legislatura 2009-2014 se aplicará el Tratado de Niza, de forma que el Parlamento Europeo contará con 736 diputados, de los que 50 serán españoles. Una vez que entre en vigor el Tratado de Lisboa, habrá 4 parlamentarios españoles más y un total de 754 procedentes de los 27 Estados miembros. En la legislatura actual (2004-2009), España cuenta con 54 eurodiputados.En el Consejo Europeo de los días 11 y 12 de diciembre, los Jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países de la UE decidieron que si el Tratado de Lisboa entra en vigor después de las elecciones de 2009, se incrementará el número de eurodiputados, que pasará a ser de 736 a 754 hasta el final de la legislatura. Según las conclusiones de la Cumbre, el objetivo es que esta modificación se aplique durante el año 2010. Una vez que el Tratado de Lisboa entre en vigor, España pasará de 50 a 54 eurodiputados. Hay otros 11 países que se encuentran en una situación similar. Por ejemplo, el Reino Unido pasará de tener 72 parlamentarios a 73, Francia de 72 a 74, Polonia de 50 a 51 y Países Bajos de 25 a 26. Los demás Estados que verán incrementado su número de diputados son: Suecia, Austria, Bulgaria, Irlanda, Letonia, Eslovenia y Malta. En el caso de Alemania, el Tratado de Lisboa establece que tendrá 96 diputados (tres menos que en Niza). No obstante, se mantendrán los 99 hasta el final de la legislatura."

2010, Tratado de Lisboa. Ahí son nada los deseos de la Comisión. Ello pasaría por hacer rectificar a los irlandeses de algo que libre y democráticamente eligieron hace meses, un año escaso. No tan sólo a los irlandeses, sino muy probablemente se debería contentar muchas otras voces críticas con Lisboa. No es la misma Europa la que firmó el Tratado que la lucha ahora contra la crisis económica, vienen a decir dichos ciudadanos. Lo primero es lo primero y después ya veremos.

Puede que dicho razonamiento sea muy simplista. Pero cala hondo en las capas más desfavorecidas de la sociedad europea. Que, - a veces parece que la Comisión no lo sabe - es a la cual va dirigida Lisboa. En teoría. El rechazo generalizado al Espacio de Estudios Europeo o Plan de Bolonia es un botón de muestra de lo mal que está vendiendo la UE su producto. Como dijo Lord Giddens hace unas semanas en Mallorca, la Unión tiene un problema de marketing. No se sabe vender, no llega al ciudadano como debería. Y eso a veces puede provocar rechazo, cuando no incomprensión.

Porque incomprensible es para el ciudadano que está en peligro de perder su empleo ver como el Parlamento Europeo se gasta más de 200 millones de euros al año en mudarse una y otra vez de una sede a otra. De Bruselas a Estrasburgo. O como la Secretaría General de dicho organismo no está en ninguno de los dos sitios, sino en Luxemburgo.

Por no decir que para el común de los mortales es muy extraño ver como una institución es presidida semestralmente y no cuatrianualmente como sería deseable, con el lógico "décalaige" entre proyectos comunitarios, muchos de ellos inconclusos por la evidente falta de tiempo.

La Comisión debería reflexionar largamente si Irlanda vuelve a decir no. O - como podría acontecer - los británicos eligen como Primer Ministro al aspirante conservador, David Cameron.

Entonces ya no será cuestión de un Tratado. Ni de dos. Entonces lo que la Comisión deberá plantearse es si quiere seguir siendo un organismo con vocación transnacional - como había ido siendo hasta la macro ampliación del 2004 - o se convierte en uno de los muchos foros internacionales existentes en el mundo, donde los mandatarios van a sus sesiones plenarias, recitan un discurso cargado de buenas intenciones y vuelven a su país sin ningún acuerdo destacable.

Porque la UE corre el serio riesgo de convertirse en una ONU europea, perdiendo todo el espíritu fundacional según la cual fue creada. Las ampliaciones y sus criterios deberían ser revisados : probablemente los Criterios de Copenaghe - 1993 - ya no sean tan válidos en la Europa del 2009.

El otro dilema que debería plantearse la UE es si debe seguir ampliándose o no: no es lo mismo admitir economías capitalistas con decenios de libre mercado a sus espaldas - Austria, Finlandia y Suecia, la ampliación de 1995 -que no recientes dictaduras comunistas con una economía lastrada por años de planificación económica y una productividad escasa por parte de sus trabajadores, habituados al papel protector de Papá Estado.

El tercer dilema que a mi juicio debería resolver la Comisión es el de los límites de Europa. Qué podríamos entender por Europa y lo que bajo ningún concepto podríamos aceptar. Si bien por Norte, Sur y Oeste las cosas están meridianamente claras , no se puede decir lo mismo en el Este. Aquí la UE deberá decidir qué hacer con Ucrania y con Turquía. Y si bien desde un punto de vista geográfico ambas podrían ser consideradas Europa (si aceptamos el clásico límite de ésta en los Urales y en el Bósforo ), no está tan claro si su aceptación política acarrearía a Bruselas más problemas que ventajas.

Porque callar ante determinados desmanes - caso turco - o tener que soportar la incesante presión del vecino ruso en el caso ucraniano no creo yo que esté al alcance de la Comisión. Ni desde el punto de vista político ni desde el económico. Otra cosa muy diferente sería aceptar dichos países en la zona euro sin estar integrados en la organización política.Pero esa hipótesis no está demandada ni contemplada por los solicitantes, aunque de entrada sería la más razonable: se trata de dos inmensos países, con unas problemáticas muy alejadas a lo que Bruselas está acostumbrada a bregar.

Y una clase política con un concepto muy laxo de dos palabras fundamentales en Occidente: Democracia e Integridad.

Muchas gracias.

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